jueves, 4 de junio de 2009

Imágenes

La Enfermedad Que Me Cura - Guion

 

 

LA ENFERMEDAD QUE ME CURA

 

ESC1 – DIA – INT – OMNIBUS – BRUNO

 

 

El paisaje citadino se refleja sobre el cristal de la ventanilla del ómnibus turístico en el que viaja Bruno.  Su cara desaparece bajo edificios, parques, casas, personas, vehículos, mascotas, árboles, cielo, nubes y sol.  Reaparece en los instantes de sobra, en los que no hay nada más que su cara que mira hacia fuera. 

Dentro del ómnibus los pasajeros de diferentes sexos, edades y nacionalidades rebotan en masa al son de los movimientos del vehículo.  Bruno tiene la cabeza inclinada hacia la ventana.  El sol ilumina su perfil y pone en evidencia los detalles de su piel.  Su respiración re materializa al empañarse y desempañarse el vidrio.  El día está radiante y la ciudad corre como una película a un paso agradable.  La expresión de Bruno es relajada y mantiene una sonrisa sutil.  Por un momento su sonrisa se fija sobre una nube con forma humana que lentamente muta hasta volverse una nube más.  Los dedos de Bruno marcan un ritmo sobre su jean.  El ómnibus dobla bruscamente y la masa de gente se inclina en sentido contrario y rebotan de vuelta a su lugar cuando el ómnibus termina de doblar. En la esquina hay una anciana esperando cruzar  que se asusta por el estruendo del motor y retrocede perdiendo el equilibrio.  Bruno pega su cara al vidrio para mirarla y tuerce su cuerpo en dirección a la señora hasta que la ve desaparecer.  Media cuadra después se para, se calza la mochila y camina despacio hacia la puerta agarrándose de los asientos aterciopelados. Al tocarlos, por un momento, los asientos se cubren por un terciopelo violáceo y con un salto del ómnibus vuelven a su color amarronado.   Una chica más joven que él lo mira cuando Bruno pasa junto al asiento de ella, ella parece flotar en su lugar a pesar de los movimientos bruscos del ómnibus.  Desde la puerta él nota que ella continúa mirándolo y le sonríe.  La chica se avergüenza, rostro se vuelve color rosa y corre la mirada dejando un haz de color rosa a medida que corre su cara.  La palabra “parada” se ilumina en rojo al frente del ómnibus. 

 

El ómnibus frena y la masa de gente se inclina hacia adelanta, luego rebotan de vuelta a su lugar. La puerta del ómnibus se abre dejando entrar una ráfaga de aire que lleva hacia atrás el pelo y la ropa de Bruno.

 

ESC.2 – DIA – EXT –CALLES DE LA CIUDAD – BRUNO, JUAN

 

Bruno baja del colectivo de un salto, partes de su rostro resplandecen con la luz directa del sol. Bruno se acerca a una plaza.  Camina sobre las piedras rojas del sendero de la plaza, al mirarlas, las piedras cobran vida propia y cambian de lugar entre ellas.  A sus lados hay bancos de madera, uno detrás de otro.  Uno sirve de asiento para un lector, tiene un banqueta donde un hombre apoya su pies mientras lee.  Otro banco es una cama para un indigente dormido que es olido por un grupo de perros de varias razas.  Bruno se acerca al hombre e intenta alejar a los perros que no le hacen caso.  Del bolsillo de su mochila saca un paquete de galletitas empezado y lo apoya al lado del hombre, lo más lejos posible de los perros.  Al levantar la mirada ve que la plaza está llena de perros.  Camina mirándolos.  Se le atraviesan en diferentes direcciones y Bruno los sigue con la mirada.  Trotan con el hocico pegado al piso, se encuentran entre ellos, se huelen, caminan uno por encima del otro y siguen camino hasta encontrarse con otro perro. Y se repite.  Tres perros hacen sus necesidades al mismo tiempo, luego se alejan dejando tres piloncitos de materia humeante.  Una manada de perros corre hacia un grupo de hombres que hablan en ronda pasándose un mate bajo la sombra de un árbol viejo.   En el pasto están las correas de los perros.  Bruno camina sobre el arenero que está minado de desechos caninos, a lo lejos un hombre pisa un desecho y explota en el aire.  Los juegos están vacíos.  El terreno cambia convirtiéndose en las baldosas tipo serrucho de la vereda.  Cada paso deja rastros de arena.  Las líneas de las baldosas se repiten una detrás causan un efecto visual que lo marea y le nubla la vista.  Bruno respira profundo al  frente a un puesto de garrapiñadas, ellas desprenden líneas humueantes que van en direccion a la nariz de Bruno convirtiendose en siluetas de niños jugando.  Al hacer foco ve frente a él una fila larga de gente que comienza en un poste.   Desde el primero hasta el último se inclinan hacia la calle levantando algunos sus manos.  Luego vuelven a su posición inicial.  La acción se repite y se convierten en una ola humana.   Bruno  se adentra en la ola.  Camina por dentro de ellos dejándolos atrás, uno por uno, y sus expresiones de cansancio, aburrimiento y disgusto.   Vuelve a concentrarse en el camino y lo intercepta una corriente de agua y espuma que se aproxima desde la entrada de un edificio.  Un portero vestido de uniforme friega el piso con la mirada fija en lapunta de su escobillón, una horda de gente en forma de elefante le pasa por el costado casi avasallándolo, pero el portero sigue mirando el piso. Bruno levanta una lata de coca cola que un hombre de traje deja caer de sus manos y la tira en un tacho que hay a su lado.  Un portero le sonríe en agradecimiento y Bruno sin dejar de caminar se inclina en señal de reverencia sonriendo.

Se detiene frente a un local que lee en la vidriera “Zapatería Rafael”.  Pone su mano entre sus ojos y el vidrio y la imagen dentro del negocio se define.  Clara lo saluda sonriendo con la boca y ojos. Tiene un zapato debajo del brazo y abandonó por un momento los pedidos de la clienta que tiene enfrente que se ve confundida.  Bruno le devuelve el saludo con la mano y se aleja sonriendo.  Paso a paso se eleva del piso.  El sol y el viento le acarician la cara.  Al doblar la esquina se enfrenta con un grupo de colegiales uniformados que caminan formando un muro de adolescentes  alborotados.  Bruno cae de su nube y se vuelve cada vez más chiquito al adentrarse entre ellos.  Desde abajo los ve reír a carcajadas, empujándose, escribiendo mensajes de texto.  Sus risas son algo frenéticas e inseguras.  Los chicos se alejan y Bruno recupera su tamaño original.  Los mira desaparecer en la esquina, chiquitos.  Al  darse vuelta se encuentra con la cara extasiada de su hermano que lo abraza colgándose de su cuello.  Bruno le hace cosquillas en la panza y Juan se retuerce a carcajadas.  Los dedos de Bruno desaparecen al  hundirse en el abundante pelo marrón del niño.  Con la cabeza lo alienta a seguir camino.  No le saca los dedos del pelo.  Juan lo mira y le sonríe;  le falta una paleta y tiene la otra a medio crecer.  Bruno se ríe y lo acerca bruscamente a su torso, cosquilleándole las costillas.  Juan se retuerce de la risa y se aleja de Bruno corriendo.  Bruno lo mira y sigue caminando al mismo paso.  La mochila es demasiado grande para Juan.  Poco a poco se desliza de sus brazos flacos.  La deja caer frente a la puerta de madera de un edificio.  Salta y toca un timbre del portero eléctrico.  Lo toca otra vez.  Mira a Bruno riendo, Empuja la puerta con dificultad y entra arrastrando la mochila.  Bruno camina con las manos en los bolsillos.

 

ESC.3- NOCHE – INT – CASA BRUNO – BRUNO, JUAN, CARMEN, LA MADRE, EL PADRE, EL HOMBRE DEL INSTITUTO, LOS ABUELOS

 

Bruno sube las escaleras miando como su hermano se adelanta unos pisos más arriba.  La oscuridad de los pasillos finaliza en una luz cálida al ingresar por la entrada de  servicio que da al comedor diario de un departamento.  Juan desaparece por un pasillo y detrás de él una señora robusta lo  sigue a paso lento cargando la gigante mochila.

 

Desde la cocina se aproxima el vapor de una comida cocinándose.  Alcanza las fosas nasales de Bruno obligándolo a cerrar los ojos de placer.  Se acerca hipnotizado a la fuente del olor.  Una olla enorme de barro al fuego.  Sobre la mesada hay una exposición de tablas y cucharas de madera, bowls, cuchillos, especias y desechos de verduras.  Se enfrenta con la olla y  levanta la tapa.  Su rostro desaparece ante un estallido de vapor. Sus cara reaparece y sus ojos se abren.  Un potpurrí  de colores, brillos y formas se cocina entre burbujas que se forman y explotan constantemente salpicando jugos deliciosos.  Tres de los dedos de Bruno intentan pescar un papín, pero fallan al quemarse.  Vuelven a intentar.  Un brazo se interpone entre él y la olla como una barrera.  Lo aleja.  Ramona, la cocinera robusta, Carmen lo guía a empujones fuera de la cocina.   Se para bajo el marco  de la puerta de la cocina y le hace señas con el repasador de que se aleje.  Bruno le sonríe y ella se mantiene seria. Bruno vuelve a sonreírle y ella le devuelve una sonrisa llevándose el repasador al hombro y se  da vuelta.  Bruno se ríe.  Camina por el pasillo por donde había desaparecido su hermano.  Lo rodean retratos familiares, sobre paredes color crema.  Juan le sonríe desde una foto.  Apunto de entrar a su cuarto aparece su madre.  Lo saluda con un beso.  Examinando su aspecto desprolijo le pide que se arregle rápido y vaya a la sala.  Hay un invitado para cenar que desea conocerlo.  La comida está casi lista.  Lo agarra de los hombros y lo mira a los ojos.  Rápido, le dice.  Bruno asienta con la cabeza. 

El vapor de la ducha empieza a filtrarse por debajo de la puerta del baño cerrada.  Bruno se baña con los ojos cerrados.  Deja caer el agua por su espalda. Las gotas rebotan contra su cabeza.  La espuma cubre sus pies.  Sobre la ventana empañada que está a su lado dibuja algo y lo desaparece pasándole la palma de su mano por encima.  El remolino de agua y espuma que desaparece en la rejilla se afina. Hace un ruido de succión hasta la última gota.   Bruno seca el vapor que cubre el espejo en forma de óvalo donde se refleja su cara.  Se mira al espejo y al óvalo le dibuja pelo y cuello.

Camina peinado y vestido por el pasillo de paredes color crema.  El comedor está muy iluminado y hay seis personas sentadas a la mesa.  Sus padres, abuelos y el invitado. El invitado es un señor de alrededor de sesenta años vestido de traje negro.  Al lado de su silla hay un portafolio de cuero.  Bruno los saluda uno por uno. Le indican el nombre del desconocido, se saludan cordialmente y se sienta en su lugar.  Todos lo miran y le sonríen.  Él examina la comida humeante de su plato y se lleva un bocado a la boca, eligiendo probar un papín primero.  La abuela lo mira con ternura y le dice que la comida está exquisita, mira a la madre de Bruno, repite la observación y juntas asienten en acuerdo.  El padre le llama la atención a Bruno apoyando su mano sobre el brazo de su hijo. Le entrega un folleto.  La posibilidad de una cura:  un centro de rehabilitación de alta tecnología para sordos en Canadá.  Estudios universitarios.  Gente como él. Fotos, textos, explicaciones. Todos lo miran mientras él examina el contenido. Se miran entre sí disimuladamente, comen despacio.  Bruno levanta la mirada.  Los mira uno por uno. El invitado saca otras hojas de su portafolio y se acerca a Bruno para mostrárselas.  Bruno apoya el catálogo sobre la mesa y con la mano firme rechaza las hojas que le trae el hombre.  Nota que a su alrededor todos esperan una respuesta.  Entonces se las da:  No.  Deja la servilleta al lado de su plato y se aleja de la mesa, dando el último vistazo a su plato lleno de comida. Su familia se alborota.  El hombre los calma.

Bruno entreabre una puerta. Juan está sentado de espaldas a él, frente a un piano. Entra y se recuesta sobre un sillón al lado del piano.  Juan le sonríe y le indica que mire como toca.  Bruno apoya la mano sobre el la parte lateral del piano que está a su alcance.  Juan toca concentrado en la pieza.  Toca exagerando los acordes, la melodía.  Mueve la cabeza al son de la música.  La pieza termina y Juan lo mira a  Bruno.  Bruno le sonríe.  Juan se da vuelta para continuar con otro tema.  La sonrisa de Bruno desaparece.  Sus ojos se llenan de lágrimas y su hermano se vuelve borroso.

 

 

NOTA: Falta trabajar el sonido.

El sonido estará trabajado desde la subjetividad de Bruno. Las observaciones de Bruno van a disparar recuerdos musicales, así también como sonidos puntuales que hacen caso a la imaginación de Bruno y cómo él recuerda esas sonidos. Igualmente, el sonido subjetivo estará contrapuesto con los sonidos reales y con el silencio sordo en el cual vive Bruno.

La Enfermedad Que Me Cura - Pitch

 

 

 

 

 

 

 

LA ENFERMEDAD QUE ME CURA 

 

Cortometraje Animado 

 

DAV III 

campos trilnick 

fadu 

UBA 

 

Douglas Sibbald – Michelle Clark – Magdalena Pacheco 

Grupo 17 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TEMA 

 

 

La Identidad. La sociedad corrupta. La familia. La inseguridad personal. 

 

IDEA 

 

Los cánones sociales, fomentados desde la sociedad misma y reforzados por el 

ámbito familiar, limitan la búsqueda de identidad de los jóvenes ejerciendo 

presiones y expectativas sobre ellos. 

 

HISTORIA BREVE 

 

Estoy tan contento. Todos a mi alrededor parecen preocupados por mi y yo estoy 

feliz. Antes estaba preocupado y sentía mucha presión por decidir quien debía 

ser. Hoy eso ya no existe. Hoy ya me dieron la excusa de no necesitar ser alguien 

y las ganas de hacer algo me están volviendo de manera verdadera y no forzada. 

 

Me diagnosticaron perdida perceptiva del sonido en ambos oídos. No es una 

enfermedad común. Lo médicos locales no saben como tratarla y esperan que no 

se propague al resto de mis sentidos.  

Extraño la música pero puedo sentirla en mi pecho cuando toco el cajón peruano.  

Prefiero el silencio que los gritos de la gente y las bocinas y el caos y la mentira. 

Es mas difícil mentirle a un sordo ya que escribir las cosas demanda mas esfuerzo 

y mas conciencia. Muy poca gente sabe el lenguaje de los signos sordomudo. Yo 

no lo aprendí y no se leer los labios. No se si quiero aprender tampoco. Ya 

veremos. 

 

Estoy yendo a encontrarme con mis padres luego de una larga vuelta por la 

ciudad en el bus turístico. Tengo entradas gratis para todo tipo de eventos, ferias, 

museos y viajes por mi condición de discapacitado. Cada vez que viajo encuentro 

cosas nuevas que fueron construidas antes de que mi abuela aprenda a decir 

perro. Si, al parecer tardó mas en decir Mama y Papá que perro. A mi me sucedió 

lo mismo pero con la coca-cola. Hoy ya no la tomo porque me marea. 

 

Primero debo pasar a buscar a Juli por el colegio. Cruzo por la plaza donde se 

juntan los paseadores de perros a dejar que los perros paseen solos. Llego al 

concreto y las veredas serrucho y veo a un grupo de gente que parece estar 

haciendo la ola mientras se balancea de izquierda a derecha para intentar 

descifrar el número de colectivo que se aproxima dos cuadras mas atrás. De 

pronto, todos levantan la mano para frenarlo. Me acuerdo de cuando fui a la 

cancha hace dos domingos. Qué mal jugó el rojo y que contento estaba Matías. 

Continuo con mi caminata y observo a los porteros mientras limpian su parte de la 

calle. Que dedicación. Me siento mal al pasar porque cargo con un poco de tierra 

de la plaza y no quiero ensuciar el trabajo de los señores de color oliva. Ojala 

todos cuidásemos la ciudad como lo hacen estos hombres pero sin la necesidad 

del dinero. Adelante mío tiran una lata. Recojo la lata y la tiro en un tacho gigante 

que dice reciclables. Levanto la mirada y la veo a Clara que me saluda contenta 

mientras atiende a una señora en el local de zapatos donde trabaja. Su sonrisa es 

perfecta y me eleva. Le devuelvo el saludo y doblo la cuadra mientras siento que 

floto. Un gran grupo de jóvenes camina hacia mi. Se ríen de cosas que no parecen 

tan graciosas. Algunos parecen estar mandando mensajes de texto mientras 

cuentan anécdotas. Me doy cuenta que es intimidante ver a un grupo de personas 

uniformadas caminando en dirección opuesta. Me tranquilizo pensando en que 

hace dos años yo estaba en la misma situación y no la extraño. 

Juli me ataja de atrás, me agacho y lo saludo con un beso. Nos sonreímos y 

caminamos las dos cuadras que separan mi casa del colegio. 

 

Llegamos al departamento y el lugar parece estar distinto de cuando lo dejé esta 

mañana. Hay perfume a rosas mezclado con colonia James Smart. Siento mucho 

hambre. Juli se va a su cuarto y yo entro en la cocina. Norma me hace señas de 

que me marche. Me hago el distraído, avanzo hacia una cacerola tapada y la 

destapo. Uaauhh, encuentro un salmón dorándose. Hace tanto que no como 

salmón. También hay papines, alcaparras, cebollitas, ajo, zanahoria 

caramelizada, que rico. Norma me toma del brazo y me dice que me vaya. En el 

pasillo me encuentro con mi madre que me pide que me bañe rápido y los 

encuentre en el comedor ya que tienen un invitado especial que quieren 

presentarme.  

 

No me preocupo. Me ducho tranquilo. Mucho mas tranquilo que antes porque no 

tiene sentido estar atento al golpe de la puerta. Yo no lo escucho y tampoco se 

animan a entrar. 

 

Llego al comedor y noto que empezaron a comer. Un hombre alto y con bigote me 

sonríe mientras se para y me estrecha la mano. Yo lo saludo sin entender que 

aquel hombre tan gentil sería mi mayor amenaza. 

 

Me presentan una carpeta donde se me ofrece viajar a un Instituto para jóvenes 

con condiciones especiales en Canadá. Allí me podré relacionar con gente como 

yo y aprender lenguaje de signos, lectura de labios y además cumplir con un 

mayor numero de estudios que yo estaba evadiendo en Bs. As. 

De pronto todo cambia. No tengo excusa ya para evadir a esta sociedad que se 

pelea continuamente. En todos lados es igual. Me niego a ir. La sonrisa se esfuma 

de la cara de mis padres y surge la misma cara de desilusión que se mudó a su 

rostro cuando dejé de escuchar. ¿Porque volver a entender lo inentendible? 

¿Porque volver a relacionarme con lo corrupto, malicioso y temible del sistema? 

 

Me levanto de la mesa sin permiso y me dirijo al cuarto de Juli. Me siento a su 

lado y lo acompaño mientras él toca el teclado. Nos miramos y el continua 

tocando. Trato de imaginarme como suena la canción pero no lo logro. Miro hacia 

la puerta y bajo la mirada confundido. 

 

 

LA HISTORIA QUE CONTAMOS 

 

Gabriel es un joven de 19 años que, a pesar de sufrir una enfermedad que lo dejó 

sordo hace seis meses, es plenamente feliz. Con el tiempo encontró la habilidad 

de mirar el mundo desde un lugar distinto al que tenía cuando escuchaba. Allí se 

refugia de las exigencias de la sociedad y de su familia. 

 

Antes de quedarse sordo, Gabriel se sentía presionado por definir su lugar en la 

sociedad, más que nada porque recién dejaba el colegio y se esperaba que elija 

una vocación. Al quedarse sordo, esos problemas pasaron a segundo lugar. 

Gabriel mira a su alrededor con ojo crítico y de manera fantástica.  

A pesar de que encontró la felicidad en su situación, su familia sigue buscando 

una manera de que el vuelva a escuchar, además de que aprenda el lenguaje de 

señas. Gabriel disfruta de su condición mientras sufre por no poder esuchar la 

nueva canción que ha aprendido su hermano Juli en el piano. 

 

 

RECURSOS 

 

visuales 

Elegimos la animación porque queremos mostrar libremente las fantasías de 

nuestro personaje hacia las situaciones cotideanas que lo rodean. Su visión del 

mundo ha cambiado con la privación de la escucha y queremos mostrar que 

recibe una mayor estimulación visual, olfativa e incluso intelectual cuando cambia 

su eje perceptivo. Creemos que la animacion es una herramienta que permite 

trabajar este recurso llevando la realidad a un plano interior del personaje y las 

cuestiones que lo afectan. 

 

Ejemplos: “Snack and Drink“; “Julian in the Woods“. 

 

colores 

La distorsión pasa por el punto de vista del personaje.  

Los colores van a ser fieles a la realidad mientras, como espectadores, miramos a 

Gabriel, pero cuando él mira, imagina y critica, los colores se regirán por un 

mundo mental de colores fantásticos y artificiales. 

 

Ejemplos. Ver referencia PROPUESTA ESTETICA De lo real a la animación. 

 

auditivos 

El cortometraje va acompañado por una narración en off del personaje.  

La focalizacion se trabaja desde un “adentro“ del personaje y un “afuera“ del 

mismo: el audio estará dividido, por un lado, por la voz pensante del personaje, 

su silencio y su recuerdo de los sonidos, y por otro lado, el sonido del mundo real.  

Habrá una dicotomía entre lo que él cree que está oyendo y lo que realmente 

estaría oyendo. Lo que él cree que está oyendo está regido por la memoria 

musical del personaje: él vive y ve situaciones que las relaciona con recuerdos 

musicales. La memoria es selectiva y depende de las emociones. Así, nuestro 

personaje adjudicará gracias a su memoria selectiva el sonido que crea 

conveniente a su situación. Dicho sonido será fiel a la limitada cantidad de 

información que podemos registar y guardar en nuestra memoria de una cancion. 

De esta manera, quizás recuerde el estribillo de una canción o el solo de una 

guitarra o el principio de una canción que abre con bombos. La canción no sonará 

con todos los instrumentos que la componen. El sonido, siempre que se trabaje la 

focalizacion desde su mirada, será totalmente subjetivo a Gabriel. 

 

Ejemplos: Babel: la escena donde Chieko Wataya entra al club nocturno y cuando 

toma éxtasis en la plaza con sus amigos. 

 

 

REFERENTES: 

 

Into the wild, Carlos Nine, Turcios, Tomek Baginkski, Stranger than fiction, Lev 

Tolstói, Mahatma Gandhi, Thoreau 

 

MM